El confinamiento, ante la falta deporte en directo, está sirviendo para que los diferentes canales televisivos tiren de hemeroteca y los jóvenes y no tan jóvenes pueden revivir partidos históricos en los que el baloncesto era bastante diferente al que conocemos ahora. Esto sirve para analizar su evolución, viendo cómo estamos ahora, pero más importante aún, de dónde veníamos.

Lo más parecido que nos podemos encontrar, en la actualidad, a aquellos partidos de los años 80 y 90 es la NCAA. La liga universitaria estadounidense mantiene la esencia de las normas más clásicas del baloncesto, aunque esta temporada ya ha empezado a cambiar alguna de ellas –alejar el triple a 6,75 metros (hasta ahora estaba 6.32 metros) y reiniciar el reloj de posesión a 20 segundos cuando se produzca un rebote ofensivo tras un lanzamiento que haya tocado el aro–. Eso sí, mantiene todavía las dos partes de veinte minutos.

Y por qué decíamos que aquel baloncesto es distinto al de ahora, pues para empezar porque hasta después de los Juegos Olímpicos de 1984 no hubo línea de tres puntos en el baloncesto FIBA. Un cambio fundamental si tenemos en cuenta que en la actual NBA el triple se ha convertido en el recurso más utilizado por muchos equipos.

Ahora estamos acostumbrados a ver como, en los minutos finales, si un equipo necesita remontar, comete faltas rápidas para, siempre que estén en bonus, llevar a un jugador rival al tiro libre para que ejecute dos lanzamientos. Dos tiros que suponen un castigo bastante justo para el ataque, ya que hubo épocas en las que el uso excesivo de faltas podía beneficiar al infractor, sobre todo en la época del 1+1, en la que el lanzador si anotaba el primero, tenía un segundo tiro, pero si lo fallaba, continuaba el juego. Una ventaja para la defensa si el atacante no era un buen lanzador de tiros libres. Esta regla se sigue manteniendo en la NCAA, en la que la séptima, octava y novena falta de equipo en cada parte, si no es de tiro ni en ataque, se resuelve con un 1+1.

Pero antes de que se estableciese definitivamente el 1+1 cuando el infractor estuviese en bonus de faltas, el reglamento permitía al equipo que recibía la falta, si no era de tiro, elegir entre ir a la línea de personal a lanzar el 1+1 o sacar de banda. Esto implicaba, en ocasiones, que los partidos se alargasen en exceso, ya que los equipos ante el temor a poder fallar el tiro libre, optaban por sacar de banda para seguir ganándole algún segundo al crono. Uno de los ejemplos más claros fue la semifinal del Mundial de España de 1986, la Yugoslavia de Petrovic dominaba con claridad, en los últimos dos minutos a la URSS, ante las insistentes faltas de los soviéticos, los yugoslavos, con muy buenos tiradores, preferían sacar una y otra vez de banda, hasta que unos dobles de Divac le dieron el balón al rival, que consiguió forzar la prórroga y llevarse el partido.

Tras muchos años jugándose en la NBA con posesiones de 24 segundos, la FIBA decidió, finalmente, a principios de siglo, pasar de los 30 segundos a los 24, con la intención de darle más ritmo a los ataques y con ello al juego. Como siempre, la NCAA ha ido a su ritmo y, hasta hace un lustro que se redujeron a 30 segundos, las posesiones tenían una duración de 35.

Muy relacionado con el tiempo de posesión y que quizá es lo que le ha dado más dinamismo al baloncesto ofensivo es el reinicio de la posesión, que ha ido evolucionando poco o poco. En los años 80 y 90, la posesión se restablecía cada vez que había un tiro a canasta, aunque no tocase el aro o hubiese sido taponado. Esto provocaba que algunos equipos realizasen un baloncesto control, con posesiones muy largas, que fue duramente criticado por algunos sectores. Este modelo de baloncesto alcanzó su punto álgido con el Limoges de Maljkovic, vencedor de la Copa de Europa en la temporada 1992-93.  Otro de los grandes avances tiene que ver con el tiempo de posesión y, de manera particular, con su reinicio.

El siguiente paso fue reiniciar la posesión solo cuando el tiro tocaba el aro, pero esto no acaba de dar el ritmo al juego que se buscaba. Por eso, se decidió que si el balón tocaba el aro y el rebote era para el equipo atacante, la posesión, si estaba por debajo de los 14 segundos en el momento del lanzamiento, se reiniciaba en 14 segundos y no en 24, dando así un pellizco importante al tiempo.

Por último, siempre se dice que los cambios son para mejor y eso sucede en la mayoría de ellos, pero echando la vista atrás, en mi opinión, creo que uno de los aspectos en los que hemos retrocedido, si lo que se busca es el dinamismo, es en los saques de banda, ya que, en los 80 y principios de los años 90, no hacía falta que el árbitro tocase el balón cuando se iba fuera o se cometía alguna violación, lo que hacía que el jugador fuese rápido a por él para sacar. Es lo mismo que se hace, actualmente, en categorías inferiores, sobre todo en minibasket, en las que el árbitro solo toca el balón después de señalar una falta o tras un tiempo muerto.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket

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