Con la llegada del siglo XXI, las películas baloncestísticas quedaron un poco en el olvido después de la gran producción de títulos realizados en la década de los 90. En estos primeros años, se les dio otro enfoque más comercial, intentando llegar a un público más amplio a través de comedias familiares.
Dentro de este grupo nos encontramos con películas que nunca pasarán a la historia, pero que han cumplido con su papel de entretener, como es el caso de Like Mike (2002) –Una pandilla de altura–, en la que un niño huérfano sueña con poder llegar a jugar en la NBA, pero su baja estatura supone un gran inconveniente para cumplir su sueño hasta que descubre unas zapatillas mágicas con las iniciales MJ que le convierten en un jugador espectacular. Durante la película, aparecen un sinfín de estrellas de la NBA como Jason Kidd, Vince Carter, Allen Iverson, Steve Nash o Dirk Nowitzki, entre otros. En 2006, sacaron una secuela de la película, Like Mike 2, con un argumento similar al del primer film, en el que otro joven encuentra las mismas zapatillas mágicas.
Los más jóvenes igual no recuerdan a Larry Johnson, un corpulento jugador de la NBA de escasos dos metros que fue elegido en el número 1 del draft de 1991 por los Charlotte Hornets. Además de sus cualidades baloncestísticas, Johnson se convirtió en una gran estrella gracias a un anuncio de Converse en el que se disfrazaba de abuela, creando un personaje, «Grandmama», que causó tal impacto en la década de los 90, que fue requerido para participar en diferentes series de televisión. Todo esto, además de para recuperar a uno de los primeros jugadores más mediáticos, sirve para introducir la siguiente película, Juwanna Mann (2002), en la que uno de los mejores jugadores de la NBA es expulsado y sancionado por su comportamiento. Para poder seguir jugando decide disfrazarse de mujer y competir en la liga femenina. Un recurso muy utilizado para provocar situaciones incómodas y risas fáciles.
En el año 2005, se estrenó Rebound –Rebote–, una película protagonizada por Martin Lawrence, que interpreta a un prestigioso entrenador universitario venido a menos, con un carácter complicado, que es suspendido y expulsado por su equipo. A falta de ofertas, decide aceptar la propuesta para entrenar a un equipo de instituto, pero, desde el primer momento, se da cuenta de que los jugadores no reúnen, precisamente, las aptitudes más idóneas para jugar al baloncesto.
Tratando de recuperar la esencia y los valores que el baloncesto puede inculcar a los jóvenes, independientemente de los resultados, se estrenó en 2005 Coach Carter. Ken Carter, interpretado magistralmente por Samuel L. Jackson, después de convertirse en un hombre de negocios, vuelve a entrenar a su antiguo instituto. Desde el primer momento, sus rígidos métodos de trabajo tienen como finalidad inculcar disciplina y respeto para convertir a sus pupilos en, además de jugadores de baloncesto, grandes personas y buenos estudiantes. Una película con fondo en el que se muestra el baloncesto con un elemento fundamental en la formación de los jóvenes.
Retomando de nuevo la misma línea argumental de los títulos anteriores, Church Ball (2006) se presenta como una comedia familiar en la que un equipo de baloncesto perteneciente a la liga de la Iglesia mormona afronta la última temporada de la competición con el objetivo de ganarla, a pesar de no contar con una plantilla muy idónea para lograr el título, harán todo lo que esté en sus manos, sacando su lado más competitivo, llegando a dejar a un lado, por momentos, los valores de la competición.
Después de tanta película con tramas sencillas, en 2006 llegó a los cines Glory Road –Camino a la gloria–, basada en hechos reales, que recoge las andanzas de la Universidad de Texas Western, entrenada por Don Haskins, y que hizo historia al convertirse en el primer equipo que conseguía el título de la NCAA, teniendo en su quinteto titular cinco jugadores afroamericanos, en una época, 1966, en la que la discriminación racial estaba muy presente en la sociedad.
Ambientada también en la década de los años 60, Belive in me (2006) cuenta la historia de un entrenador acostumbrado a dirigir equipos masculinos, que, a su llegada a un pequeño pueblo, tendrá que asumir el reto de entrenar a un equipo femenino de instituto, superando sus propios prejuicios y los problemas que van surgiendo a lo largo de la temporada.
Volvemos a la comedia con Semi-Pro: Un equipo de pelotas (2008) en la que el humorista Will Ferrell interpreta al excéntrico dueño y a la vez entrenador y jugador de un equipo semiprofesional de la ABA que aspira, en la década de los 70, a entrar a formar parte de la NBA con la fusión de ambas ligas, pero para ello tendrá que cumplir una serie de requisitos, como llenar las gradas del pabellón, que parecen difíciles de lograr y para lo que tendrán que tirar de ingenio, además de mejorar el nivel del equipo.
Una gesta que, quizá por desconocida, no ha tenido la repercusión mediática que se merece es la acontecida en The Mighty Macs (2009) –Las poderosas Mac–, una historia real que nos traslada a 1972, año en el que la prometedora jugadora Cathy Rush, tras haberse visto obligada a retirarse por una grave lesión, recibe la llamada de la Universidad de la Inmaculada para que entrene a su equipo, llevándolas al título de la AIAW durante tres años consecutivos y a la disputa posterior de otras tres finales. Esta competición es la predecesora de la NCAA. Todo un hito para una pequeña universidad y una joven entrenadora que consiguió un 91% de victorias y potenció el baloncesto femenino en los Estados Unidos.
En Estados Unidos son muy propensos a buscar el lado más emotivo de las grandes catástrofes. Eso es lo que sucede en Hurricane Season (2009), que narra los hechos acontecidos un año después del paso del huracán Katrina por el estado de Luisiana. El entrenador Al Collins, interpretado por Forest Whitaker, que ya había participado en Rebound: The legend of Earl «The Goat» Manigault, dirigirá al equipo de los Patriots, viéndose en la obligación de reclutar a jugadores de otros institutos después de que el huracán asolase la escuela. Una historia de superación que tendrá su gran recompensa final.
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete técnico JGBasket
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