Foto Miguel Ángel Fornies | Texto Javier Balmaseda
En compañía del periodista lituano Laurynas Butkauskas, el mítico fotógrafo Fernando Laura y Guillermo entrevistamos a Chechu Biriukov, leyenda del baloncesto español y uno de los veteranos más queridos por la afición madridista.
¿Qué recuerdas de tu etapa en el Dinamo de Moscú?
El Dinamo de Moscú era un equipo muy joven, muy alegre y muy alocado. Jugábamos con un estilo que me recuerda un poco al Real Madrid actual, un poco de locura en esas transiciones, ataques rápidos, no tan rígido y con mucho atrevimiento. Nosotros solo teníamos un pívot nato que medía algo más de dos metros, y todos los demás éramos bajos. Entonces llegué al Real Madrid, que también practicaba un juego muy rápido. Juan Corbalán dirigía muy bien el contraataque y Juanma hacía puntos muy fáciles en estos contraataques, de ahí viene lo de “Palomero”.
¿Cómo se produjo tu fichaje por el Real Madrid?
Yo estaba jugando un campeonato de Europa júnior con la Unión Soviética en un sitio perdido de Bulgaria. Allí se trasladaron algunos periodistas españoles. Recuerdo, por ejemplo, al mítico Enrique Ojeda. Una vez en Bulgaria, donde hacía frío de cojones, los periodistas se dieron cuenta de que había un chico de la URSS que se llamaba José Biriukov, una cosa rara, y entonces me preguntaron que por qué me llamaba José. Les dije, en un inglés chapucero, que mi madre era española. Entonces, tengo entendido, Enrique Ojeda sacó esa noticia en el diario
As. Aquella noticia la vio mi primo, Javier Aguirregabiria, quien se puso en contacto con el Real Madrid a través de un amigo. Mi primo comentó que tenía un primo que jugaba bien al baloncesto. Desde el Real Madrid le dijeron que había bastante gente que jugaba bien al baloncesto. Lo que pasa es que aquello sucedió justo cuando yo tenía que venir a Barcelona con el Dinamo de Moscú para jugar contra el Joventut en la Copa Korac, en la temporada 82/83. En aquel partido metí 36 o 37 puntos, y todavía no había línea de 3 puntos. Mi primo,
que estuvo conmigo en aquel partido en Barcelona, compró todos los periódicos deportivos de aquella época (Mundo Deportivo, Sport, etc.) y después vino al Real Madrid y les dijo, con los periódicos en la mano: “Pues este es mi primo”. Y así empezó todo.
¿Qué nos puedes contar de tu peculiar estilo tirando triples?
Me intentaron cambiar mi tiro varias veces, pero mi entrenador en la Unión Soviética siempre me decía que siguiera si estaba acostumbrado a tirar así porque cuando me intentaron cambiar mi mecánica no metía ni una. Ese tiro surge porque yo saltaba mucho con las dos piernas, cosa que me permitía reducir el arco. Por ejemplo, un jugador que salta poco tiene mucho más arco que un jugador que salta más.
¿Qué es lo que más te llamó la atención al llegar a España?
Lo primero que me llamó la atención fue el tiempo. Yo llegué a España un 2 de octubre y recuerdo que estaba en manga corta y en Moscú hacía un frío de cojones. Eso fue lo primero que me llamó la atención. Después me llamó la atención la famosa visita al Continente (su antiguo nombre), ahora se llama Carrefour. Antes de venir a España había viajado mucho y había visto grandes supermercados, pero mi familia no, y creo que en España era de los
grandes supermercados que había por entonces a comienzos de los ochenta. Así que nos llamó mucho la atención. Nuestra primera visita, con toda la familia con la que me vine a España, era Continente, y después al Prado. Llegué con mis padres, mi hermano, la mujer de mi hermano, su hija, y después acogimos a una familia de amigos de mi hermano que eran marido, mujer y también una niña pequeña. En total éramos 10 personas y todos vivíamos juntos en el mismo piso, y la única persona que ganaba dinero era yo. Era como una especie de comuna. Nos fuimos a Continente a comprar y la primera compra que hicimos fue un desastre. A los dos días se terminó todo. Compramos chorradas, como galletas, etc. Ya en la segunda compra compramos con cabeza. Nos organizamos y dijimos: “Hoy, por ejemplo, vamos a comprar pescado”.
¿Fueron difíciles tus comienzos en el Real Madrid?
Sí, porque estuve un año sin poder jugar. Estaba todo el puto día entrenando, entrenando un montón. Fernando Laura y yo nos conocimos al cabo de un año, en el 84. En el 83, mi primer año en Madrid, estaba entrenando o en casa viendo la tele. Aunque no llegué a jugar partidos oficiales con la selección de la Unión Soviética, tuve que esperar otros tres años más por FIBA (de 21 a 24 años) para jugar los partidos internacionales; esa era la época de Stankonvic, que era un capullo de mucho cuidado. La ACB la pude jugar al año siguiente, pero para jugar partidos de la Copa de Europa y con la selección española tuve que esperar cuatro años en total. El primer partido que jugué con el Real Madrid fue en octubre de 1983 en Israel, contra Maccabi. Era un partido amistoso. Los israelitas me hicieron un visado especial porque yo tenía pasaporte soviético. El segundo partido fue en el Torneo de Navidad. Un año después, cuando Sabas rompió el tablero en el Torneo de Navidad del 84, Alfonso del Corral intentó taponar a Sabas, con un par de cojones (risas). Siempre tenía mucho valor Alfonso.
¿Cuándo conociste a Sabonis?
Me enfrenté a Sabas en las Espartaquiadas, que eran como una especie de Juegos Olímpicos (cada cuatro años) dentro de la Unión Soviética. Había 15 repúblicas, más San Petesburgo y Moscú. En total, 17 selecciones. Cada república presentaba a su selección en todos los deportes para esta competición. Yo participaba con la selección de Moscú y Sabas estaba en la selección de Lituania. El año que jugué contra Sabas se celebraba en Vilnius (Lituania). Creo que fue en el año 1982. Pero ya conocía a Sabas antes de las Espartaquiadas, ya que estuvimos
juntos en las mismas concentraciones con la selección rusa júnior, como cuando se celebró la fase final en Palma de Mallorca en 1983, aunque yo no pude jugar allí porque presenté los papeles para ir a España. Sabas en un verano creció mucho. Él jugaba básicamente como escolta o alero, y de repente creció más de 10 centímetros. Entonces tienes las habilidades de un alero y te pasas a pívot porque eres más alto. Sabas en aquella época era brutal.
¿Era muy diferente el Sabas de antes de la lesión al de después?
Sí, era diferente. Ya no tenía esa movilidad y rapidez como cuando no estaba lesionado. Es normal. Se rompió dos veces seguidas el tendón de Aquiles y también se dañó su rodilla. El de después de la lesión no era el de cuando rompió el tablero en el Torneo de Navidad, que era un crack. En el primer tiempo creo que nos metió 16 puntos casi sin fallo. Era un hombre muy rápido, hábil y difícil de parar. Yo creo que esta selección de la Unión Soviética del 84 es la mejor selección de todos los tiempos de selecciones de Unión Soviética, mejor que en Seúl 88.
¿Puede ser la Unión Soviética del 84 la mejor selección europea de la historia?
Pues puede ser. Es que fue una putada que no pudieran jugar en Los Ángeles 84. En el preolímpico de París arrasaron. Era una selección brutal. Tenían auténticos jugadorazos en su plenitud. Imagínate ver a Jordan, Pat Ewing y compañía contra la Unión Soviética. Seguro que hubiésemos visto uno de los mejores partidos de la historia del baloncesto.
¿Había buen ambiente cuando jugabas en la Unión Soviética? Recordemos que había rusos,
lituanos, georgianos, letones, ucranios, etc., gente de todos los lados.
Sí, cuando yo estuve había buen ambiente, aunque estuve poco. En baloncesto había buen rollo. Me contaron que en el fútbol sí que hubo más problemas. Por ejemplo, Tkachenko y Sabonis podían haber sido enemigos.
Pues ahora son íntimos amigos. Sabas siempre que puede se lleva a Tkachenko para cualquier evento en Lituania. Te cuento una historia. Cuando estaba comentando los partidos del Real Madrid con Siro López en Telemadrid, nos tocó comentar el del Zalgiris. Nos fuimos a Kaunas, y el día de antes del partido, por la noche, me llamó Sabas y me dijo que si nos íbamos a cenar juntos. Yo ya no sé si era cena o no, porque empezamos a beber. Y de repente apareció Tkachenko, que se unió a nosotros. Estuvimos muy bien. Sabas y Tkachenko se llevaban muy
bien.
Fuiste compañero de habitación de Drazen Petrovic el año que jugó en el Real Madrid.
¿Cómo era en las distancias cortas?
Recuerdo que siempre llevaba el periódico yugoslavo para leer. En las cenas del equipo sí se quedaba con nosotros. También me acuerdo que tenía una novia que vivía con él. En el plano deportivo, lo que le gustaba mucho era quedarse después del entrenamiento a tirar. No es un jugador que se dedicase mucho a la preparación física o de entrenamientos. Lo que le gustaba mucho era el entrenamiento de tiro, punto, nada más. Tirar y tirar. Yo me quedaba muchas veces con él a tirar. Es verdad que cuanto más tiras más acierto tienes.
Háblanos de la mítica final de la Recopa de los 62 puntos de Petrovic. ¿Qué pasó?
El ambiente no estaba bien, pero hay que ir un poquito más atrás. Nosotros estábamos en el mismo grupo que el Caserta y les ganamos bien los dos partidos. Sabíamos cómo eran y cómo jugaban. Pero claro, hablamos con franqueza. El excesivo individualismo de Drazen estuvo a punto de hacernos perder el partido. Fuimos a la prórroga contra un equipo al que ganamos fácil en el grupo. Estuvimos a punto de perder. Me da la sensación de que para Drazen el Real Madrid fue un salto para la NBA.
¿Qué extranjeros te impresionaron más en el Real Madrid?
¿Sabes quién? Vas a flipar. A mí me gustó mucho cuando llegó Larry Spriggs. Tenía ese pase final. Creo que como le gustaba mucho Magic Johnson tenía esa habilidad para dar el pase en el último momento, cuando ya nadie lo espera. El pase final. Tú piensas que ya no te van a pasar el balón y en este momento Larry Spriggs va y te lo pasa. Ya están inventados todos los nombres. Yo cuando jugaba no inventaban ningún puto nombre. En esto Larry Spriggs era brillante. El otro día volví a ver nuestro partido en Puerto Real, el del escupitajo de Drazen, y
Larry le dio tres o cuatro pases increíbles a Juanma. Menos mal que Juanma los vio. Esto por un lado.
Y por otro lado me llamó la atención cuando llegó el grandote, el que jugó con Shaq en la universidad, Stanley Roberts. Recuerdo uno de los primeros entrenamientos (se levanta y lo escenifica). Imaginad, entrenamiento uno contra uno. Uno de los entrenadores, no recuerdo quién era, le dijo a Fernando Romay: “Tú defiendes y Stanley que coja la posición a ver cómo juega”. Y Stanley coge el balón y hace no sé el qué, y para terminar hace: “¡Catapum!”, un mate impresionante. Y nos quedamos así, como: “Hostia, ¿esto qué es?”. A medida que esto
pasaba Fernando Romay se cabreaba cada vez más, porque Stanley, un tío de 140 kilos, lo hacía muy bien. Pun, pan, ¡Pan! La metía para abajo, era una barbaridad. Hasta que Romay le metió una hostia. Paramos esto y ya está. Nos llamó mucho la atención Stanley Roberts. Fue una pena lo de este jugador, no tuvo suerte.
¿Quién era el más bromista en el Real Madrid?
Fernando Romay. Siempre tenía la respuesta para todo. Siempre muy brillante.
¿Quién era el que más se “picaba” en los entrenamientos?
Fernando Martín y Fernando Romay. Se picaban mogollón. Recuerdo una frase que me dijo Jordi Villacampa: “¿Tú sabes lo que es jugar contra Fernando Romay?”. Y yo le dije: “Tú no sabes lo que es entrenar todos los días con Fernando Romay”. Fernando Romay daba hostias a todo el mundo, de tu equipo y del otro. Jugaba siempre muy duro y se picaba mucho. Y Fernando Martín también, tenía una mala hostia de cojones.
¿Quién era el que más respeto imponía?
Fernando Martín, por su actitud, su forma de ser y todo eso. Sabas también acojonaba mucho.
¿Cuál era el jugador al que menos soportabais? El que menos se relacionaba o el que más
desapercibido pasó.
Buena pregunta. Todos tenían mucha personalidad. Alguien júnior, no recuerdo. Casi todos los
jugadores profesionales que llegaron intentaron integrarse y nosotros intentamos ayudar para
que lo hicieran. El Real Madrid puede ser un equipo complicado, como todos los grandes equipos, pero nunca hicimos feo a la gente que llegaba, siempre intentábamos ayudar a los que iban llegando para que estuvieran a gusto y se sintieran apoyados. Nos interesaba a nosotros mismos. Por este motivo salíamos a cenar, con sus familias, etc. Esto pasaba.
¿Cómo era entrenar con George Karl?
Lo que hacen los entrenadores ahora, él ya lo hacía antes. Trajo su estilo americano. Te daba libros para sistemas de ataque y libros para sistemas de defensa. Él mismo imprimía los papeles y te los daba. Hacía estudios, pero no te machaba con los vídeos. Te decía: “Tú vas a defender a estos jugadores, y estos jugadores juegan así”. Nos decía a cada uno cómo había que defender y cómo había que atacar. Te daba un estudio completo. Ahora existe todo esto, pero antes, en el año 89, no era así.
¿Cuál fue el principal problema con George Karl? ¿Fue el idioma?
No estoy de acuerdo con lo del idioma. Cuando nosotros entrenábamos con George Karl teníamos una perfecta comunicación. Es verdad que solamente hablaba en inglés, pero bueno, cada jugador entendía perfectamente todo lo que decía. El idioma no era el problema. Él tenía un problema con los periodistas. Desde el principio, podemos decir que los periodistas le cogieron un poco de manía e hicieron todo lo posible para echarle. Los jugadores le admirábamos pero no sirvió para nada. Hay una foto, en pretemporada, en la que estaban
Fernando Martín, Drazen Petrovic, etc. Y ya sabemos lo que pasó al final. Fue una temporada muy complicada. Primero se lesionó Carlos Suárez, que era un escolta de recambio, después se escapó Drazen Petrovic, luego lo de Fernando Martín, etc. También le criticaron mucho por los fichajes que hizo, pero claro, dos días antes de empezar el campeonato se fue Drazen; imagínate, cambió todos los planes, y tenías que buscar sustitutos. Él buscaba fichajes en los que pudiera confiar, pero también le criticaron porque decían que había fichado a un amigo suyo y otras cosas así.
¿Se notó mucho el cambio de Clifford Luyk a Obradovic? ¿Era tan duro Zeljko?
Más que duro, es que Obradovic era un coñazo. No obstante, el Obradovic del principio no era
tan duro.
¿Iba todo encaminado a la Copa de Europa con Obradovic? ¿Notabais que lo demás
importaba un poco menos?
Es verdad. Obradovic en aquel momento había ganado dos Copas de Europa, con Partizan y
Joventut. Y le fichamos precisamente para esto, para ganar la Copa de Europa. Aquel año fue
dedicado exclusivamente para la Copa de Europa, y al final lo conseguimos. Y sí,
inconscientemente notábamos que importaba más esta competición que todo lo demás. Nos
faltaba ganar la Copa de Europa.
¿Cómo era Obradovic con vosotros?
Con franqueza, Zeljko actuaba bien. Él tenía muy claro que era el entrenador. Podía enfadarse,
como Saras, pero con los jugadores no. Él podía echar una bronca a un joven y muy pocas veces echó una bronca a un veterano. Zeljko es muy listo, muy listo. Sabía quién es quién. Zeljko, desde el principio, sabía cómo tratar a los jugadores. Y por eso ha ganado tantas Copas de Europa.
José Aleksándrovich Biriukov Aguirregabiria nació en Moscú, el 3 de febrero de 1963.
Un artículo de Javier Balmaseda
Colaborador JGBasket
Entrevista publicada originalmente en planetacb.com
Miguel Ángel Forniés
Miguel Ángel Forniés nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.