Como todos los años, desde hace veinte, el comienzo de la temporada regular en la NBA abre un debate muy recurrente, ¿batirá algún equipo el récord de 72-10 de los Bulls? Candidatos nunca faltan, pero la marca se mantiene inalcanzable con el paso de los años. El espectacular arranque de los Warriors vuelve a poner el punto de mira sobre ese récord o, por lo menos, intentar llegar a las 70 victorias. Poco hay que decir de los Curry, Thompson y compañía, pero ¿quiénes eran aquellos Chicago Bulls de los que todo el mundo habla?

Corría 1995 –año en el que yo, con 14 años, empezaba a engancharme al baloncesto y a la NBA– y Michael Jordan había decidido, en marzo, volver a las canchas después de su experimento en el beisbol. Con el “45” a la espalda, fue, poco a poco, cogiendo la forma, pero no llegó a tiempo de meter a sus Bulls en la final de la NBA, cayendo en la final de Conferencia ante los Magic de Shaquille O´Neal y Hardaway.

El equipo necesitaba un salto de calidad en el juego interior si quería competir de tú a tú con los Houston de Olajuwon o los propios Orlando de O´Neal. Luc Longley y Bill Wennington no eran suficientes para contrarrestar el poderío físico de sus rivales y llenar el vacío que había dejado la temporada anterior Horace Grant con su marcha a los Magic.

El elegido fue nada más y nada menos que Dennis Rodman. Cumplía con creces los requisitos, pero su vida farandulera llenaba de dudas su fichaje. Aun así, llegaba a Chicago con dos anillos y siendo el máximo reboteador de la NBA las últimas cuatro temporadas. Pocos jugadores han tenido la capacidad del “Gusano” para coger rebotes y llevar esos looks tan chillones. En una entrevista confesaba que él iba a los entrenamientos a ver cómo tiraban sus compañeros para saber hacia dónde podía salir el balón en el caso de que fallasen el lanzamiento. Por lo tanto, además de intuición había un estudio exhaustivo de probabilidad detrás del excéntrico jugador.

El quinteto titular de los Bulls de esa temporada quedaba claramente definido en cuanto a nombres, pero no tanto en posiciones. Tanto Ron Harper (7.4 puntos), como Scottie Pippen (19.4 puntos, 6.4 rebotes y 5.9 asistencias) o Michael Jordan (30.4 puntos, 6.6 rebotes y 4.3 asistencias) podían subir el balón sin dificultad, convirtiéndose en uno de los equipos más anárquicos de la historia. Por dentro, junto a Rodman (14.9 rebotes y 5.5 puntos), Longley (9.1 puntos y 5.1 rebotes) ocupaba el puesto de pívot. Un quinteto que rozaba casi la perfección, consiguiendo un equilibrio prodigioso entre defensa y ataque.

Para lograr una temporada tan excelsa hace falta tener un buen fondo de armario y ahí, los Bulls también iban sobrados. Kukoc –mejor sexto hombre de la temporada regular– salía del banquillo, pero sus números eran de estrella. Tercer máximo anotador del equipo (13.1 puntos por partido) tras Jordan y Pippen era el complemento perfecto y solía jugar los minutos decisivos en detrimento de Harper. El maestro Phil Jackson contaba con un elenco de secundarios de lujo con una función claramente definida: Steve Kerr –actual entrenador de los Warriors– aportaba la eficacia en el tiro; Randy Brown era un perro de presa; Bill Wennington y Dickey Simpkins dotaban de “intensidad” el juego interior, desgastando a los pívots rivales.

Completaban la plantilla Jack Haley, ex jugador del Espanyol, que llegó ese año a la plantilla procedente de los Spurs y cuyas funciones eran cuidar y vigilar a Rodman, además de ser un excelente “agitatoallas”; John Salley, conocido por ser el primero –luego lo lograría Robert Horry– en conseguir anillos con tres franquicias diferentes (Detroit, Bulls y Lakers); James Edwards, otro ex Bad Boy, era un pívot veterano que puso fin a su carrera esa misma temporada; Jud Buechler, compañero de Universidad de Kerr en Arizona, daba minutos de descanso al juego exterior; y, por último, Jason Caffey, elegido ese año en el puesto 20 del draft, tuvo un papel testimonial en la consecución del anillo.

A los mandos de esos Bulls, el maestro Zen, Phil Jackson. El entrenador consiguió encajar perfectamente las piezas y controlar los egos del vestuario por el bien común, haciendo un equipo casi imbatible, consiguiendo el primero de los títulos de su segundo three-peat con los de Chicago. Luego llegarían cinco anillos más con los Lakers.

Los números y logros individuales esa temporada fueron innumerables. El equipo, que promedió 105.2 puntos por partido y sólo encajó 92.9 puntos, logró colocar a dos de sus jugadores (Jordan, Pippen) en el mejor quinteto de la NBA. A estos dos se les unió Rodman en el mejor quinteto defensivo. El “Gusano” fue, por quinta temporada consecutiva, máximo reboteador de la Liga y Jordan logró su octavo título de máximo anotador. Además, el “23” consiguió el MVP de la temporada regular, el del All-Star y el de las Finales de la NBA. Además, Kukoc fue elegido mejor sexto hombre y Phil Jackson, mejor entrenador.

La temporada 1995-96, la del debut de dos franquicias canadienses (Toronto Raptors y Vancouver Grizzlies), no hubiese sido redonda para los de Chicago si no hubiesen logrado el anillo. En la primera ronda, Miami no fue rival y solventaron la eliminatoria por la vía rápida (3-0). Los Knicks trataron de ponérselo más difícil, pero estos Bulls iban embalados a por el título (4-1). En la final de conferencia, Orlando Magic, su verdugo la temporada anterior. No hubo rival y Jordan y compañía se tomaron la revancha con creces, barriendo a su rival con un contundente 4-0.

Ya quedaba menos para redondear un gran año y el último escollo eran los Seattle Supersonics. Gary Payton y Shawn Kemp lideraban una plantilla descarada que, en un abrir y cerrar de ojos, se vio 3-0 en contra en la eliminatoria. Una desventaja insalvable ante el mejor equipo de la historia en liga regular. A pesar de ello, Seattle sumó dos triunfos antes de que los Bulls consiguieran el título ante su público en el sexto partido, cerrando una temporada única y hasta ahora irrepetible con 87 triunfos y 13 derrotas.

[bctt tweet=»Iba a los entrenamientos a ver cómo tiraban mis compañeros para saber hacia dónde podía salir el balón»]

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

Foto: NBA Photo

Publicado el: 7 Nov 2015
Revisado 20 Marzo 2020

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