Fue… jugador del primer equipo de Estudiantes durante 16 años. Fue… su segundo entrenador la temporada que casi bajan. Fue… su director deportivo cuatro campañas y se comió el marrón del descenso (luego no consumado). Fue… un icono para varias generaciones de “dementes” que veían en él a su último y genuino representante. Para algunos un genio, para otros no tanto… “El chico más listo de la clase” (Andrés Montes)… “El Curro Romero del baloncesto” (Ramón Trecet)… Todos en uno.

Absolutamente alejado de lo que gran parte de la sociedad actual estigmatiza como estrella del deporte, Nacho era un espíritu libre, contracultural, en sus modos y hasta en sus apariencias. Sus gorros marroquíes y sus cuernos en las celebraciones de los triunfos, sus zapatillas rojas cuando no las llevaba nadie, le concedieron un halo alternativo idealizado por sus seguidores. Huyendo de toda estética opulenta, hasta los 31 años no se sacó el carnet de conducir e iba a entrenar en transporte público. Directo, quizá políticamente incorrecto, siempre estuvo del lado del jugador, del amigo (Alberto Herreros, Carlos Jiménez…), incluso cuando abandonaban el barco. Es… Nacho Azofra, el chaval que se pasaba horas jugando al Mini.

Campo de sueños

Con 6 años ingresó en las aulas del Ramiro de Maeztu. Junto a las primeras letras pareció colársele un balón de baloncesto que ya no le abandonó. A los 10 ya estaba apuntado en los equipos menores del Estu y era ferviente seguidor de las hazañas de los Vicente Gil y compañía. Del patio a “La Nevera” y a Magariños. El paso al infantil llevaba aparejada una prohibición: “No se podía jugar al Mini”. ¡Uff! Para Nacho aquello era un dolor de muelas, un imposible: a la que podía desoía las órdenes de Pablo Casado -director de cantera- que le perseguía bajo el argumento de que el juego en las canastas pequeñas perjudicaba la mecánica de tiro de los chicos.

En juveniles compartió puesto con un excelso tirador, Mike Hansen, llegado de Canoe. La pareja condujo al equipo a la final del Campeonato de España en Cádiz. El Real de Carlos García Ribas (sublime con 41 puntos) y Willy Villar (mejor pasador del torneo) los superó en un punto, tras prórroga. El trofeo al mejor defensor fue un triste consuelo para Nacho, que tuvo una efímera andadura por la selecciones nacionales de la categoría. Dio bien en la tele – Objetivo 92- en un partido en Huesca que enfrentó a los mejores del año 68 contra los del 69. Se salió: 17 puntos y mejor jugador del encuentro. La siguiente campaña, con Fernando Román de compañero, concluyó en una decepcionante séptima plaza en el nacional de Andújar.

Le quedaba un año como junior y Estudiantes se mudaba de Magariños al Palacio de los Deportes. Paco Garrido llamó a Azofra para hacer la pretemporada con el primer equipo en La Albericia (Santander), que también es casualidad. Doblaba entrenamientos entre sesiones diarias de más de 5 horas de basket. Pinone y Gil eran los mandamases del grupo y Antúnez había ganado un espacio importante. Vicente se lesiona y Garrido convoca a Nacho que en la misma semana debuta en Liga (canastón intrascendente ante Romay en la paliza blanca) y en Korac. Aquí la arma. El Olimpia de la bella Liubliana traía una renta de 26 puntos. Estudiantes, con un solo americano, pues White no estaba inscrito por el lesionado David Russell, recurre a la heroica: presión en todo el campo y a ver qué pasa. Se alcanza el descanso con 11 puntos de ventaja y a 6 minutos de la conclusión se iguala la ventaja. Con la canasta final de Pinone se accede a la siguiente eliminatoria. Ni los talentosos eslovenos (Boban Petrovic, Zdovc y Vilfan) ni los 1.500 espectadores creen lo que han lo visto. La Demencia invade la pista y saca en hombros a sus toreros. Nacho ha tomado la alternativa a lo grande: su desparpajo, y 13 puntos, vuelve locos a los balcánicos.

Llega para quedarse. A las pocas semanas Garrido dimite y lo sustituye Miguel Ángel Martín, su entrenador en el junior. Juega 12 partidos ligueros con el primer equipo y pretende darse un festín en el Campeonato de España Junior de Badalona. Tras ganar al Barsa (24 puntos de Azofra) culminan la primera fase como líderes de grupo y así evitan al ogro, el Joventut. En semifinales desperdician una renta de casi 20 puntos en la primera mitad, entran en los últimos 4 minutos con 8 arriba y posesión, para en las postrimerías tirar el partido y palmar de 2 (102-100). Alberto Ángulo (36 puntos) asoma como el gran jugador que luego llegó a ser. Con el máximo anotador del torneo (Alberto Herreros), mejor pasador (Nacho Azofra, que promedia además 18 puntos) y más certero ataque colectivo (102 puntos), los estudiantiles de José Ortiz se van para casa con el rabo entre las piernas (estaban cualificados para discutirle el título a la Penya). La vuelta trae la grata noticia de que Nacho, Alberto y César Arranz ascienden al senior. A “El Cura” no le tiembla la mano y apoyado por los americanos (Pinone y Winslow) da entrada al talento emergente. Los chicos tenían clase para regalar y, como cantaba Javier Álvarez, “la edad del porvenir”. Vicente Gil, Carlos Montes e Imanol Rementería salen del equipo. El “baby” Estudiantes se convertiría en el conjunto más bisoño, 22 años de media, y descarado de la ACB.

Estudiantes

Estreno como senior. Si alguien piensa que los chavales se van a cortar, lo lleva claro. “Hay que ser descarado. Si no, no te comes una paraguaya… Cuando yo quiero pensar en dar un palo, ellos (los veteranos) ya me han dado a mí unos cuantos”, confiesa en cheli a Gigantes en Octubre de 1989. Confiado en sus posibilidades, sólo firma por un año para labrarse un buen contrato, y los imberbes alcanzan las semifinales ligueras. En el 91, trepan un peldaño más, se quedan a un tris de ganar la Copa del Rey en Zaragoza. Los noveles cobran ventajas de hasta 12 puntos, pero el sabio Boza Maljkovic enmaraña el choque y el Barsa llega a la última posesión estudiantil con 2 puntos de margen. La jugada sale tal cual dibuja Miguel Ángel Martín en la pizarra: Azofra se abre a la derecha y Herreros recibe sólo para un triple frontal que no entra. En el afligido vestuario, sólo Ricky Winslow ve la luz: “La próxima vez ganaremos nosotros”, predice. En las semifinales ACB, Estudiantes cae nuevamente ante los culés. En el Palau, conservan opciones en los dos partidos, y en Madrid claudican en el cuarto (el tanteo global de la eliminatoria refleja la igualdad 334-332) para obtener la tercera plaza liguera que daba acceso a Liga Europea la temporada siguiente. El verano trajo a Nacho la convocatoria de la Selección Sub22: a nivel deportivo fue un desastre, pero encontró un amigo para siempre, su compañero de habitación Nacho Rodríguez.

Aquel 92…

Antúnez cruza de acera en dirección al Madrid. Estudiantes hace caja y Miguel Ángel Martín ha dejado la puerta abierta a las nuevas promesas. La corriente trae a Pablo Martínez y a Alfonso Reyes y el buen ojo del Cura a Juan Aísa de la fábrica blanca. Más aire fresco. Estudiantes está de moda y El País se va de fin de semana con el equipo a Huesca. En el reportaje queda la posteridad la foto en pelotas de Alberto Herreros en el vestuario. A la indiscreción pronto le saca rima La Demencia: “Butragueño, lo tiene más pequeño”. Un conjunto con más química que física destroza las estadísticas (13-0 en el arranque liguero). El día que se conoce la noticia de que Earvin Johnson es portador del virus del SIDA, los del Ramiro le homenajean a su “mágica” manera ganándole de 30 al Aris de Gallis, Giannakis y Walter Berry (del que contaban que mientras el resto del equipo iba en turista, la estrella viajaba en clase preferente). El primer contratiempo (la lesión de Pablo Martínez en un tobillo durante 2 meses), lo había cubierto con categoría y clase Quique Ruiz Paz, pero el avance de la temporada pesaba en una plantilla corta, de rotación periódica de 8 jugadores. Afloran derrotas en Liga y se acude a Milán con la necesidad de evitar otra por más de 6 puntos para conservar la ventaja de campo en los cruces. La empresa se antojaba compleja: los Dawkins, Pittis, Riva y la férrea 1-3-1 de D´Antoni no lograron sacar a los madrileños del partido. Con 7 abajo, Aisa recoge debajo del aro un lanzamiento de Juanan Orenga y anota con el tiempo cumplido. La mesa de validez a la canasta y D´Antoni se come a los árbitros de camino al vestuario. Objetivo cumplido: dos victorias ajustadas más en casa ante Partizan y Bayer Leverkusen daban el billete a cuartos como segundos. Esperaba el Maccabi.

Y Garibaldi no estaba muerto, no, no… estaba de parranda

A finales de febrero, después de 30 jornadas de competición doméstica y 16 de Liga Europea, están justos de gasolina. El domingo previo a la Copa, Estudiantes recibe en Sant Jordi una zurra del Barsa (87-55). Nada más iniciarse el choque, Nacho se tira a por un balón y Lisard González cae involuntariamente sobre su codo. Todo indica que la fuerte rotura fibrilar le descarta para el evento de Granada.

Tan poca fe tiene la directiva que no reservan hospedaje, pero un triple (el único estudiantil) de Aisa elimina al Madrid y se quedan con las plazas hoteleras de los blancos. En semis, Pablo Martínez emerge como héroe (17 puntos), Villacampa no convierte un tiro cómodo en la última posesión y los del Ramiro se meten en la final, donde aguarda el CAI (líder momentáneo de la Liga) que se ha cargado al Barsa.

Hasta la fecha, Nacho no se ha vestido. Con el brazo en cabestrillo ha acudido a los partidos de calle y por la noche ha salido a cenar y tomar una copilla con los amigos. Pero el domingo quiere hacer la rueda con el equipo y en el entreno de la mañana, mientras trota en carrera continua, médico y fisio le toquetean la articulación.

Manel Comas lleva el partido a su terreno. Alto voltaje, con el “abuelo” Fernando Arcega tirando del carro y un marcador pírrico. Estudiantes se encalla y, con 11 minutos por jugarse y 4 abajo, Miguel Ángel Martín ve que aquello no marcha y llama a Nacho. El CAI saca de banda y en un cambio de dirección Azofra le roba el balón a Dani Álvarez para asistir de seguido a Winslow que estampa un mate de postal. “Cuando vi eso, me dije hemos ganado” (Miguel Ángel Martín). En el ataque siguiente, Pinone ve a Winslow sólo debajo del aro y éste empata. El triple frontal de Alberto Herreros deja un parcial de 7-0 desde la entrada del “Guerrero nº 13”. Pero el CAI no desfallece y se agarra al carisma y experiencia del mayor de los Arcega. Los nervios viajan sin descanso de una zona a la otra. A un minuto del final, Ricky Winslow (mejor jugador de largo de la Copa, aunque el trofeo fue a parar a John Pinone) quiere ir en todas las carpetas de los chavales de instituto y hace un mate por línea de fondo para el recuerdo. Paddio falla un tiro precipitado. Más tensión. De ahí en adelante, dos rebotes ofensivos de sus americanos conservan la posesión madrileña. Sólo Orenga es capaz de convertir tiros libres que aseguran el título. Nacho Azofra, manco, sin poder lanzar a canasta, ha conducido a sus huestes al entorchado copero. El Cid, el espíritu de Garibaldi (el esqueleto mítico de la clase de ciencias adoptado como tótem por los azules desde los tiempos de la claque)… Cuentan que la celebración fue de las de aúpa y se pierden las veces que el autobús tuvo que detenerse a la vuelta para que algunos bajaran a vomitar. A la mañana, las clases se interrumpieron en el Ramiro. Toda la chavalería llenó Magariños para recibir a sus ídolos. Brutal.

Estambul… chim-pum

En 3 días a Tel Aviv, previa visita obligada por el Muro de las Lamentaciones y el Mercado de las Especias en Jerusalén. La Mano de Elías, la legendaria cancha, espera a los mozos que están a punto de dar la sorpresa. Se vuelven para el “Foro” con una derrota mínima por un punto en la prórroga, pero con el convencimiento de que pueden ganarle dos partidos a los amarillos. En el primero todo sale y el Estu se pega un atracón con el mejor encuentro del año. Pero para el segundo, el botín genera vértigo y cuenta la experiencia hebrea. En el Palacio no se aprecia un hueco ni en las escaleras: dos mil personas se han quedado fuera sin entrada. El miedo se masca desde que uno sale del metro y el partido por supuesto se traba hasta que Pablo Martínez frota su lámpara maravillosa con un triple y dos tiros libres. Herreros amplía la ventaja hasta los 7 puntos (54-47). Pero Maccabi es la franquicia que en más ocasiones ha jugado la Copa de Europa y tiene callo, carácter y calidad. Con 55-53 Guy Goodes sólo convierte el primer tiro libre. Con el segundo, Orenga y Pedro Rodríguez andan por los suelos, pero no consiguen hacerse con el rebote. Los macabeos preparan su última posesión para su tirador, Doran Jamchi, que sale librado de los bloqueos. Reza la leyenda que resbaló con el sudor de Pedro Rodríguez (ganarás el pan con el sudor de tu frente) y no pudo recibir el pase, que se marcha fuera. Con 2 segundos, Estudiantes pone el balón en cancha rumbo a la Final Four. El éxtasis, un orgasmo demente.

Estambul supuso una fiesta inolvidable para la afición. A la Demencia se le abrió una cuenta (Fila Cero) en Caja Postal y hasta el humorista Forges contribuyó con una viñeta a sufragar los gastos del desplazamiento. Para el equipo significó el viaje amargo de fin de curso del estudiante que llega perdidamente enamorado de la chica que le gusta, pero que con la que al final queda como amigo y se la lleva otro más guapo. En ningún momento compitió.

La Liga se cerró con unas semifinales apoteósicas ante el Joventut. Nacho marca ritmo y diferencias en el primer envite con 18 puntos y 9 asistencias. En el segundo, al Estu se le pone a huevo la suerte de la eliminatoria: con 20 segundos y dos arriba, Winslow se bota el balón en el pié y en el ataque posterior Smith lleva el encuentro a un tiempo extra. A 2 décimas de la finalización de la prórroga, Villacampa comete falta personal sobre el lanzamiento triple de Rodríguez. Pedrolo sólo convierte uno, lo que implican otros 5 minutos adicionales, tras los cuales el Joventut sale milagrosamente vencedor por 2 puntos, después de aprovechar Tomas Jofresa un error en el pase de Alberto Herreros que tropieza en la espalda del árbitro. La Penya hace sangre en el tercer enfrentamiento en Madrid y Estu devuelve la fase a Badalona con un gran juego coral en el cuarto (Azofra 15 puntos y 7 asistencias). En el desenlace a los colegiales se les agotaron las reservas tras el descanso. En la mejor temporada de la historia de Estudiantes, Nacho recibió el premio al Jugador de Mayor Progresión otorgado por la revista Gigantes, pero se quedó a las puertas de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.

En la temporada 92-93 recala en el club un tirador de manual, Danko Cvjeticanin. Nacho se rompe el metacarpiano y permanece un tiempo parado, su renovación se enquista y contrata a Miguel Ángel Paniagua como agente. En los play offs, el Madrid les deja fuera en el quinto (81-77).

Cuando un amigo se va… hay que ir a despedirlo

En el verano del 93, Nacho acude a Alemania a disputar el Europeo con la selección. No parte como primer base, pero el equipo se engrasa bajo su mando. Desgraciadamente yerra un 1 + 1 y Welp convierte una canasta que manda a España a casa en el fatídico cruce de cuartos. A la postre, la sorprendente Alemania ganaría su torneo.

No se pone de acuerdo con Estudiantes y diferencias económicas primero, y de concepto y forma después, le hacen salir de lo que había sido su casa. Sopesó ofertas (manejó incluso la del Barcelona) para emprender camino hacia el sur, hacia el Caja San Fernando sevillano. La despedida le salió por un pico en uno de los templos gastronómicos de “La Prospe”, Casa Emilio. A algún colega le dio por pedir gambas, la cosa subió de tono y la broma rondó las 200.000 pesetas. Será por dinero… Vamos, que los que se arrimaron para licenciarle en el AVE, lo hicieron contentos y saciados.

En Sevilla, con su primo Pedro de cicerone, disfrutó de una experiencia maravillosa. Se alquiló un piso propiedad del Duque de Feria detrás de la Casa de Pilatos y exprimió las bondades de la preciosa capital hispalense. Entabló profunda amistad con el entrenador ayudante, Rocky Jarana, y conoció los más recónditos tablaos flamencos de la mano de su amigo y compañero, Raúl Pérez. A su vuelta como visitante al Palacio, La Demencia acude con velas a recibir a su ídolo, y el equipo concluye la primera temporada en una excelente 5ª plaza. En su segundo año, Nacho despacha indirectamente a Miguel Ángel Martín en el Palacio con una actuación esplendorosa en el tiro (24 puntos con 6 triples sobre 9 intentos). Mediada la campaña nota un chasquido en una de sus rodillas y sabe que algo no marcha bien. La articulación se le hincha, ha de descansar durante la semana y juega con dolores e infiltrado. Pone fin a su ciclo andaluz con una discreta novena posición preocupado por la lesión.

El hijo pródigo

Firma por Estudiantes cuando parecía tenerlo cerrado con Basconia y, lo que se pronosticaba como una condromalacia rotuliana con un tiempo de rehabilitación aproximado de 1 mes, deviene en una condropatía del cartílago una vez que el doctor Guillén le abre en quirófano. El daño es mucho más grave de lo previsto y Estudiantes se porta, sin tocarle una coma del contrato. La recuperación se extiende durante 7 meses (en los 3 iniciales tiene vedado apoyar la pierna tocada). En Santoña todavía alguno recuerda verle apoyado en los hombros de sus amigos para darse un baño en la preciosa playa de Berria, junto al penal del Dueso. En pretemporada Gonzalo Martínez se destroza la rodilla y Paco García se queda huérfano a los mandos del equipo, por lo que se contrata al “conguito” Jennings que va de más (deslumbró en su aterrizaje) a menos. En su retorno, Nacho vuelve hecho una bestia, fortísimo de remos y termina pletórico. La siguiente pretemporada trae una excursión impactante e inolvidable: Estudiantes es invitado a jugar un torneo en la antigua Yugoslavia. Visitan Mostar, conviven con la tropa española y conocen de primera mano la barbarie incomprensible de una guerra entre hermanos.

En el verano del 98 vive su segundo paso fugaz por la selección, donde apenas juega en el Mundial de Atenas, y en la primavera del 99 el mayor sinsabor de su carrera: el Barsa da la vuelta a la Final de la Korac en el Palau.

A pesar de la salida hacia el Olimpiakos de Iñaki De Miguel por un pastizal, diez días antes de iniciarse la temporada 99/00, el clima ya pintaba bien cuando la plantilla se acerca al Conciertazo de Navidad del desaparecido maestro Argenta. Nacho, entre risas, ejerce de director de la orquesta de RTVE, mientras que sus compañeros se afanan con los más variopintos instrumentos. Aquello quedó decoroso y muy, muy divertido ante las miradas y aplausos cómplices de los niños. El grupo acude a la Copa del 2000 entre seguro y confiado. En cuartos quiebran las esperanzas locales: Nacho y Gonzalo gobiernan el ritmo ante un desesperado Bennet (¡qué jugador!). Antes de las semis se da libertad para comer donde se guste y la mayoría elige en la matinal del domingo el inigualable paseo de pintxos por Vitoria. Pasan por encima del Caja San Fernando sin mayores problemas. Algún iluminado ha situado la final el lunes, obviando que es día laborable para la gran mayoría de los aficionados. Los contendientes (Estudiantes y Pamesa) comen en el mismo salón del hotel con la mayor naturalidad. En la segunda parte, los del Ramiro rompen el partido a base de triples: al de Nacho en carrera, le suceden los de Robles y Aisa. Los Reyes, Alfonso (MVP) y Felipe se coronan y en la celebración queda el recuerdo para “Satur” Carretero, utillero del Estu durante tres décadas, que había fallecido el diciembre anterior. En Liga, Chandler Thompson no apura la opción definitiva bajo aro en el Pabellón blanco, que le hubiera dado el acceso a la final ante el Barsa. Aquel Madrid de Scariolo sería Campeón de Liga en el Palau.

A Pepu le conocía desde juveniles y de vez en cuando les gustaba echarse algún pequeño pulso. A Nacho, por ejemplo, le agradaba beber vino en las comidas y pedía el permiso de su entrenador antes de proceder. En cierta edición de la Copa del Rey, cuando recibió una negativa, se acercó a la mesa de Chichi Creus para servirse una copa. El preparador le escrutó con la mirada, a lo que Nacho respondió: “Pero hombre, si el crack está tomando una copita y con 40 años está como un juvenil…”. La carcajada general de la sala concedió a Nacho el beneplácito con la mueca entre divertida y resignada de Hernández.

Los play offs 2001-2002, Azofra los recuerda como los más completos de su carrera. El pique baloncestístico con Raúl López ha pasado a los anales de la ACB. Nacho entra en trance y cuando culmina un costa a costa con una canasta de espaldas (con personal), la grada de Vistalegre enloquece. “Utah se siente, Azofra no se vende”, rotula una pancarta demente. El encantamiento del derby vecinal se esfuma en Málaga: el Unicaja del “mago” Louis Bullock corta de raíz las aspiraciones colegiales. La Liga, sin embargo, marcharía con dirección a Vitoria.

El 11 de marzo de 2004 se encogió el corazón de todos los madrileños con los atentados terroristas del triste día. En la jornada siguiente a Nacho le tocó una misión que jamás hubiera querido: hizo de tripas corazón para dejar unas flores en el asiento que habitualmente ocupaba el hermano de su amigo y compañero de pachangas “Cepo”, abonado del club, que falleció en uno de los trenes.

En la postemporada, Estudiantes elimina al Madrid y a Basconia (en un épico partido en Vitoria) para alcanzar por fin la primera y única final liguera. Tuvieron a tiro al Barsa, que el año pasado había hecho triplete, en la apertura de la serie en Barcelona (incluso se vieron perjudicados por los árbitros). Le arrasaron en el doble enfrentamiento en el coso de Vistalegre. “Lo veo tan chungo, tan rematadamente chungo, que hasta es posible”, mostraba esperanzada La Demencia con singular proclama. En el partido definitivo surgió para los catalanes la figura de Rodrigo De la Fuente (criado en la cantera colegial) que con 17 puntos (4 triples) decantó la suerte del campeonato.

Tutelando

Y en estas que aparece un genio, Sergio Rodríguez. Tras su testimonial debut en el Palau y el Europeo Junior de Zaragoza, donde el “Chacho” deja al personal con la boca abierta (campeones y trofeo de MVP para el canario), Pepu le da plaza en el primer equipo, descartando la continuidad de Corey Brewer.

En los dos años siguientes, hubo gente que llegaba antes al pabellón sólo para ver los 1 contra 1 de la pareja de artistas mientras calentaban. Jugaban al ratón y al gato el uno con el otro, con manejos más propios de los Globetrotters que de baloncestistas profesionales. Simplemente se lo pasaban bomba. Nacho apadrinó la llegada del novato. Compartía su sentido lúdico del basket y le animaba y corregía con sabios consejos.

Todavía se reservó algún partido grande. En noviembre del 2005, tras 5 derrotas de inicio, el Estudiantes de Orenga recibe al Joventut de Aíto a puerta gayola. La actuación estelar de su capitán (17 puntos y 9 asistencias) inaugura el casillero de victorias colegial. Nacho alucina con la actuación de un niño de 15 años: “Todo lo ha hecho bien. Yo esperaba que, jugando los minutos calientes, se equivocara en algún pase o algo, pero no ha sido así”. Es Ricky Rubio. Ante Pamesa se muestra de nuevo clave en el segundo triunfo de la temporada, pero el destino de Orenga está marcado y a las pocas semanas es sustituido por Pedro Martínez que lleva al equipo a disputar los play offs. En mayo del 2006, Nacho juega en el Martín Carpena sus últimos 17 minutos y 48 segundos como estudiantil aportando 4 puntos y 7 asistencias.

En diciembre de 2006 firma por el Lagun Aro Bilbao de Txus Vidorreta hasta final de temporada. Tiene claro su cometido: “Tengo que tratar de que el balón llegue a nuestros anotadores en las mejores condiciones”. Quiso el caprichoso calendario que el primer rival al que había de enfrentarse fuera el Estu en La Casilla: Nacho no anotó, pero fue el mejor pasador (6 asistencias) en la victoria vasca. Contribuyó de manera importante al crecimiento de la joven franquicia y jugadores como Javi Salgado (al que adoctrinaba cuando la situación lo requería), Recker (excelente al contragolpe y con una facilidad para el tiro primorosa) y Frederic Weis (al que insistía para que continuase el bloqueo hasta debajo de canasta) aumentaron exponencialmente sus prestaciones a su lado. En su vuelta a Vistalegre se le recibe con una pancarta emocionante: al lado de una caricatura en la que se asemeja al Che Guevara, se lee “Oh capitán, mi capitán”.

Se corta la coleta

Concluido su periplo cantábrico y tras 705 partidos en ACB decide aceptar la oferta del Estu para asistir como ayudante a Mariano De Pablos. En septiembre Estudiantes le homenajea en Magariños y aparece con traje de luces. Tal cual. Con montera propia, capote prestado y la chaquetilla del maestro José Mari Manzanares que le había dejado un amigo anticuario, saludó desde los medios, lanzó la montera y se puso a jugar con sus antiguos compañeros delante de un polideportivo entregado.

Como segundo entrenador vivió un año de los más complicado, pero muy enriquecedor. De Pablos fue sustituido por Perasovic y el equipo salvó la categoría de manera agónica en León.

Reclamado por José Asensio (íntimo amigo suyo desde que eran críos) se mete en el embolao de la dirección deportiva. La experiencia (4 años) resulta durísima: las arcas están tiesas y la masa social y directiva está absolutamente fragmentada. El histórico Estudiantes desciende (la imposibilidad de los ascensores de afrontar el aval le mantiene en la ACB) y Nacho cierra la relación con el club de su vida.

“Si sois otros, sois malos”

Este fue el consejo que un día les dio el maestro Julbe a dos de sus pupilos, Ivan Corrales (que en alguna ocasión confesó su devoción por Azofra, al que llegó a copiarle movimientos) y Tomás Jofresa. Y se le puede aplicar a Nacho a pies juntillas. A los jugadores los tienes que dejar que se equivoquen (siempre que los errores no superen con frecuencia los aciertos) y con los de esta casta no te queda otra. Si continuamente tiras de las riendas y limitas sus capacidades de purasangre los conviertes en mulos.

Jugador de sensaciones, “el día que se rascaba dos veces seguidas el pelo, decía para mi, hoy malo. Pero probablemente haya sido el jugador más genial que haya entrenado” (Miguel Ángel Martín). Tocaba de oído. De registros inesperados, difícilmente aprehensible para los expertos en scouting, pues su lectura del juego le permitía encontrar atajos con las soluciones más insospechadas. Listo, del cuajo de jugador inteligente tan del gusto del gran Aito García Reneses, que estuvo a punto de ficharlo. Quizá en su originalidad radique la causa de sus escasas comparecencias en el combinado nacional: los seleccionadores se decantaban por la estabilidad o seguridad de Nacho Rodríguez o Rodilla antes que subirse a lomos de Tintín (se daba un aire) el aventurero.

Nacho no era tropa corriente. Su juego, fantasioso, rompía simetrías, con lo que congregaba adhesión o rechazo. Sus críticos le tildaban de ornamental, pirotécnico, tendente a la dispersión. Le catalogaban como un tiro al aire. No puedo estar más en desacuerdo: durante dos décadas abanderó la mejor historia de Estudiantes (era su principio y su fin) e hizo mejores a sus compañeros desde un estilo innegociable. Lo siento, yo cuando pago la entrada o me siento ante el televisor demando cosas diferentes, que me levanten del asiento.

El Mini, siempre el mini

Nacho ha disputado infinidad de partidos, en multitud de escenarios. Le apasionaba jugar en campos calientes: La Mano de Elías, las canchas griegas, el Palau, el antiguo Pabellón de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid…, pero lo que le devuelve a sus sueños adolescentes son las pachangas del Mini en el Ramiro. En ellas esponjó su compromiso febril con el basket y remiten al lado más romántico del juego. Allí se instruyó en las técnicas del orfebre y profundizó en los trucos del trilero para doblar un pase o hacer una canasta cerca del aro (estaba tan prohibido tirar que los lanzamientos lejanos eran silbados por los espontáneos espectadores provistos del tradicional bocadillo que poblaban la pista en los recreos). En el instituto se saltaba clases para echar un ratito; como profesional no perdió la costumbre y en vacaciones retornaba al cemento.

Algún día si paseas por el puerto de Santoña para comprar unas latas de anchoas, igual te cruzas con un paisano pescando con aire despistado; otro día igual se te ocurre dar una vuelta por el Ramiro y si te fijas igual hay un tío jugando con unos chavales al Mini. Míralo bien, porque si bota como los ángeles y pasa como los dioses, igual es Nacho Azofra.

Mil gracias a María por su amistad de años y posibilitar la charla. A Nacho y a Miguel Ángel Martín por su paciencia y amabilidad y por compartir confidencias. ¡Qué gusto hablar con gente de basket! Siempre agradecido a Raúl Barrera y Carlos Laínez que me dejan husmear en la biblioteca de la Fundación Pedro Ferrándiz Espacio 2014.

 

por Juan Pablo Bravo
autor colaborador JGBasket
Blog contraataquede11.com

Publicada el: 17 mar de 2015 @ 14:17

[Visitas 52, visitas totales web 448385]