La mayoría de los equipos de formación, por desgracia, no tienen un cuerpo técnico tan amplio como para poder contar con un preparador que realice ese acondicionamiento físico tan básico en el baloncesto. Anatomía del jugador de baloncesto, disponible en Basketspirit, es un buen comienzo para que el propio entrenador sea capaz de desarrollar una serie de ejercicios para mejorar el rendimiento de sus jugadores. Para ello, el libro cuenta con ilustraciones a todo color en la que se ven los músculos que trabajan en cada ejercicio y que aplicación tiene ese trabajo, posteriormente, en la cancha.

La fuerza, la potencia, la velocidad y la elasticidad son cualidades físicas esenciales para lograr que el jugador de baloncesto evolucione. Siguiendo las pautas que marca el libro escrito por el doctor Brian Cole –jefe médico de los Chicago Bulls– y Rob Panariello –fisioterapeuta especialista en entrenamiento, rehabilitación y rendimiento deportivo– “se puede prevenir el sobreentrenamiento y evitar las lesiones por sobrecarga que ocurren como resultado de una fatiga durante las sesiones de pesas”.

Hay entrenadores que dejan la preparación física en un segundo plano porque no la consideran fundamental en el desarrollo de sus jugadores, pero no se dan cuenta de que si éstos mejoran las cualidades físicas necesarias para el baloncesto, trabajan, a la vez, para mejorar su capacidad atlética. Para jugar al baloncesto no sólo es importante tener esas cualidades físicas sino también hay que desarrollarlas.

Anatomía del jugador de baloncesto divide sus ejercicios en función del aspecto concreto que se quiera trabajar, empezando por las piernas, que es donde, realmente, empieza el juego, ya que la fuerza de las piernas es “un componente físico decisivo para un rendimiento óptimo y la base a partir de la cual evolucionan todas las habilidades del baloncesto”. El core o región lumbar es el centro de estabilidad del cuerpo y para desarrollarlo plenamente es necesario fortalecer todos los músculos encargados de producir el movimiento en diversos planos.

En cuanto al trabajo de fuerza y potencia del tren superior, el libro diferencia entre ejercicios de tracción y ejercicios de empuje. Los ejercicios de tracción desarrollan la fuerza y potencia de los hombros, la parte superior de la espalda y los brazos. Estos grupos musculares trabajan y son muy importantes, sobre todo en el baloncesto (gran parte del juego se desarrolla por encima de la cabeza), para el rebote, los tiros y el manejo de balón. Por su parte, los ejercicios de empuje, que se centrarán en el pectoral mayor y menor, ayudarán a los jugadores a ser más explosivos al pasar el balón.

Otro capítulo aborda el entrenamiento explosivo con pesas para jugar por encima del aro, incluyendo ejercicios que mejoran la capacidad de producir fuerza en poco tiempo, mejorando así, a su vez, la potencia, porque, como se recoge en el libro, “las mejoras continuas en la calidad física de la fuerza muscular no son siempre beneficiosas para el rendimiento deportivo y, en cierto momento del programa de entrenamiento, el énfasis se debe cambiar de la fuerza a la potencia si se quiere lograr un rendimiento óptimo”.

Uno de los métodos de entrenamiento más empleados y que mejora las capacidades físicas son los ejercicios pliométricos. Para realizar este tipo de ejercicios “se necesita una buena base de fuerza y no tener ninguna lesión”. La fase de amortización es esencial para el éxito del entrenamiento pliométrico, ya que “cuanto más tiempo se pase en el suelo durante esta fase, mayor será la energía potencial que se perderá para la realización del ejercicio”.

El libro también aporta ejercicios de rehabilitación para volver a jugar en óptimas condiciones después de una lesión de tobillo, rodilla u hombro. En el caso del tobillo, distingue entre ejercicios de equilibrio, propiocepción y fortalecimiento. La rodilla, debido a los continuos saltos que se producen en el juego, sufre mucho y suele sobrecargarse. De ahí que los ejercicios vayan centrados a “reducir el proceso inflamatorio, fomentar la reparación y restablecer el rango de movimiento, la fuerza, la estabilidad y la flexibilidad”. En cuanto al hombro, los ejercicios van desde los estiramientos hasta el fortalecimiento isotónico y pliométrico del hombro, pasando por el trabajo de amplitud de rango de movimiento.

Por último, el último capítulo de ejercicios está reservado a la prevención de lesiones para evitar el banquillo. Las dos articulaciones más importantes para un rendimiento óptimo en el baloncesto son la rodilla (implicadas en casi todos los movimientos: saltos, cambios de dirección…) y el hombro (entra en juego en los tiros, tapones, rebotes…). Por eso, los ejercicios van encaminados a prevenir las lesiones en estas zonas, porque “la mejor manera de tratar una lesión es no lesionarse nunca”.

Pau Gasol conoce de primera mano el trabajo que se describe en Anatomía del jugador de baloncesto, gracias a su relación directa con Brian Cole. Por eso, nadie mejor que él para recomendar este libro porque “los ejercicios y técnicas incluidos en esta obra son, sin género de dudas, una de las razones por las que estoy jugando al nivel más alto de mi carrera deportiva”.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

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