Llevo muchos años viendo como año tras año se dan las mismas dificultades en minibasket y parece que no hay visos de solución, porque, además de que parece que no hay mucho interés por solucionar la situación, tampoco hay medios para ello. Nos olvidamos que esos jugadores son la base del futuro y si no se trabaja bien con ellos y se les cuida, son años perdidos que no se recuperan.

Para empezar, hay clubes que llevan varias temporadas apostando por entrenadores experimentados para llevar sus benjamines y alevines, conscientes de que es la época de mayor aprendizaje y en la que los jugadores van adquiriendo los hábitos que, una vez asimilados, resultan mucho más difíciles de cambiar. Y al final están recogiendo sus frutos, pero eso, aunque es lo ideal, resulta muy complicado de conseguir en la mayoría de los casos. En primer lugar, porque muchos clubes tienen pocos entrenadores con experiencia y prefieren otorgarles, por ejemplo, un cadete o un júnior antes que los de minibasket , que se los dan a la gente que está empezando.

Además, relacionado con lo anterior, los equipos de canasta grande suelen entrenar más tarde, quedando para primera hora de la tarde los equipos de mini, por lo que para los que trabajan resulta mucho más difícil cuadrar su horario que para alguien que tiene clase por la mañana en la Universidad. Una situación compleja a la hora de encajar a los entrenadores en los equipos, con difícil solución.

Otro tema importante es el del número de jugadores que se pueden inscribir en el acta y el número de periodos en los que se divide cada partido, porque cada federación tiene una normativa diferente. Las hay que sólo dejan inscribir un máximo de 12 jugadores que disputan cuatro cuartos de diez minutos, por lo que se necesita un mínimo de 8 jugadores, ya que ningún jugador puede disputar los tres primeros cuartos consecutivos. El problema surge cuando hay colegios que cuentan con 13, 14 o 15 jugadores, ya que no pueden hacer dos equipos y tienen que dejar fuera todos los fines de semana a algún jugador.

Ese problema no lo hay en otras federaciones que dejan inscribir en el acta hasta 15 jugadores y en el caso de que el encuentro se divida en sextos, la normativa exige que todos los jugadores deban jugar un mínimo de 2 periodos completos cada uno, no pudiendo ser sustituidos si están jugando su segundo periodo. En el caso de que fuesen cuartos, todos los jugadores tendrán que jugar al menos uno de los tres primeros cuartos. No estaría mal unificar criterios siempre en beneficio de los jugadores que si quieren jugar al baloncesto puedan hacerlo todos los fines de semana sin necesidad de ser convocados. Por lo que esta segunda opción es la más efectiva para ello.

Como consecuencia del número de jugadores que se puedan inscribir, también se da otra circunstancia, la de dejar jugar a niños en equipos femeninos o viceversa. Una circunstancia que se agrava cuando las federaciones tienen una competición única, no diferenciando entre jugadores de primer año y de segundo año. Lo que supone que haya, por ejemplo, niños de sexto de Primaria, jugando con niñas de quinto, una diferencia no solo de edad, sino también física, que se nota muchísimo.

Otro dificultad radica en las medidas de la cancha, no podemos exigir a los jugadores de 8 y 9 años que jueguen en la misma pista que un equipo cadete o júnior. En muchas instalaciones las canastas se bajan y sirven para cualquier categoría, por lo que el esfuerzo que realizan es mucho mayor, ya que recordemos que hasta el último periodo no pueden hacerse cambios y tienen que aguantar diez minutos seguidos en la cancha, algo que no tienen que hacer los mayores. Además, hay pistas que debido al exceso de líneas pintadas, utilizan las mismas líneas para todas las categorías, la única línea diferente es el triple de mini, que suele estar siempre pintado, por lo que para empezar, el tiro libre ya está más atrás y les resulta muy complicado llegar el lanzamiento.

Una solución ante tales problemas es la que se está planteando desde algunos sectores de hacer la competición en formato de 3c3, ahora que está tan de moda, en vez de 5c5. Eso reduciría el número de jugadores necesarios para formar un equipo. La diferencia es que el 3c3 se desarrollaría a dos canastas, en unas medidas diferentes a las vigentes, siendo, en este caso, planteada la opción de que la cancha equivaliese al ancho de la pista actual –15 metros–. Una reducción de jugadores y espacios como se hace en otros deportes en los primeros años de competición, como es el caso del fútbol. Además, esta iniciativa puede ser muy positiva para los jugadores, ya que al haber menos, tendrían más posibilidades de ser importantes y entrar en juego, ya que, en el 5c5, hay jugadores que deambulan por la cancha sin llegar a tocar el balón.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

 

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