Cuando menos se podía esperar, después de una temporada plagada de lesiones, con una liga regular bastante irregular, con jugadores recién recuperados y sin la vitola de favoritos, ahí salió a relucir el mejor Madrid en mucho tiempo. Un equipo sólido que creyó en sus posibilidades y dejó en la cuneta a los dos gigantes de la competición, CSKA y Fenerbahçe, para proclamarse campeones.
Una final en la que los madridistas se enfrentaban a un Fenerbahçe que, tras eliminar a Zalguiris, buscaba revalidar título. Si algo había claro antes de la disputa del partido decisivo es que o bien los blancos o bien Obradovic iban a sumar su décimo título. Desde el primer minuto se vio que el partido iba a ser igualado y que ambos equipos tendrían que dejarse la piel en la pista para salir victoriosos.
El partido parecía sentenciado cuando, a falta de poco más de un minuto y con 80-71 en el marcador, Ali fallaba el triple y el rebote lo cogía Thompkins, pero el Madrid había llegado hasta aquí sufriendo y hoy no iba a ser menos. Carroll perdió el balón y ahí empezaron los nervios. Wanamaker anotó dos tiros libres para, acto seguido y tras perdida de los blancos, irse de nuevo a la línea tras forzar la quinta falta de Doncic. Sin el esloveno ni Llull, también eliminado, el choque se apretaba y Campazzo a punto estuvo de perder el balón.
Era el momento de la verdad y el brazo empezó a encogerse. Carroll, un seguro desde el tiro libre, falló un lanzamiento y, a continuación, Ali, comprimía más el partido con su único triple (81-78). El Fenerbahçe insistía en parar rápido el tiempo con falta y llegó el turno de Causeur, que falló los dos tiros, pero ahí fue cuando emergió la figura de Thompkins para capturar el rebote y anotar la canasta que suponía la Décima. Un final agónico que sirvió para que la alegría aún fuese mayor entre todos los integrantes de la plantilla.
Antes, el Madrid había intentado marcar diferencias en el electrónico, llegando a conseguir ocho puntos de renta al comienzo del segundo cuarto (25-17). Momento en el que el Melli se erigió como protagonista. Con 28 puntos, el italiano fue el único del equipo que rindió al nivel que se espera de jugadores de la talla del plantel turco, ya que la defensa madridista supo maniatar a la perfección a los jugadores exteriores, mientras que Vesely se borró pronto del partido, dos faltas rápidas le mandaron al banquillo, y cuando volvió a salir se le notó ansioso y precipitado.
Doncic (15 puntos), flamante MVP de la Euroliga, fue elegido también como el mejor jugador de la final, una decisión más populista que deportiva, ya que en el Madrid, si algún jugador destacó por encima del resto fue Causeur, espectacular en ataque y en defensa. Eso sí, muy bien secundado por el trabajo en la sombra de Tavares y Reyes, la intensidad de Rudy y el oportunismo de Thompkins, que decidió el duelo con su canasta tras rebote ofensivo. Una gran trabajo coral que bien vale ser campeones de Europa.
Semifinales.
Fenerbahçe, 76 – Zalgiris, 67
CSKA, 83 – Real Madrid, 92
Tercer y cuarto puesto.
CSKA, 77 – Zalgiris, 79
Final.
Real Madrid, 85 – Fenerbahçe, 80
Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket
Foto: Euroleague.net