«Good, better, best. Never let it rest. Until your good is better, and your better is the best.»

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Cuando los focos de una nueva temporada se encienden, la maquinaria de Marketing de la NBA no tarda en mostrarnos qué jugadores serán los nuevos iconos de la liga, entre ellos jamás estará el bueno de Tim Duncan, el veterano pívot de los San Antonio Spurs afronta su decimosexta temporada dando nueva lecciones de juego cada noche, actuaciones que le han servido para ser considerado por la mayoría de analistas como el mejor ala pívot de la historia de la NBA. Una figura alejada de todo tipo de polémicas, un modelo de conducta que, a punto estuvo de no convertirse en jugador de baloncesto.

Nacido en 1976 en Christiansted, principal localidad de la Isla de Santa Cruz, en las bellas Islas Vírgenes, el joven Duncan creció en el seno de una familia de clase media. La preocupación de sus padres por dar la mejor educación posible a sus hijos, les convirtió en alumnos modelos, y Tim no fue una excepción, destacando con unas notas medias por encima del resto. En una Isla tan pequeña, Tim, y sus dos hermanas empezaron a destacar en natación, hasta tal punto que su hermana Tricia compitió con EEUU en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988. El joven Duncan también apuntaba a gran figura de la natación, reclutado como posible integrante para los JJOO de 1992, sin embargo un hecho cambió el rumbo de la historia personal de Tim. Fue en 1989, cuando el huracán Hugo arrasó la Isla, y la única piscina olímpica que había en ella. Forzado a salir al océano, su temor a los tiburones hizo que poco a poco fuese perdiendo la motivación por la natación, y al año siguiente, a los catorce años, recibió el golpe más duro de su vida, al perder a su madre por cáncer. El apoyo familiar fue fundamental para sacar del bache de Tim, especialmente el de su cuñado, quién fue el que le guió hacia el mundo de la canasta.

El éxito que iba cosechado con su instituto iba en aumento, y con ello, el hambre competitivo de Duncan. No tardaron en aparecer multitud de Universidades interesadas en ese joven jugador, que mostraba una coordinación impropia para alguien de su altura. El carácter tímido, e introvertido de Tim generaba ciertas dudas a varios entrenadores universitarios que decidieron visitarle, y conocerle en persona en las Islas Vírgenes. Fue Chris King, ex jugador NBA, quién convenció definitivamente al entrenador Dave Odom para que reclutase a Duncan para la Universidad de Wake Forest. Un nuevo mundo se abrió para el joven Tim, quién mientras estudiaba la carrera de psicología, daba clases de antropología, y literatura china para aumentar sus conocimientos. Desde su primer año ya destacó sobre el parquet, y no tardó en convertirse en el referente de su equipo, adquiriendo galones de estrella universitaria en su segundo año. Las puertas de la NBA estaban abiertas de par en par, sin embargo Duncan prefirió no continuar la vía abierta por otros jugadores como Garnett, Bryant, o Jermaine O´Neal, que ni tan siquiera pisaron un aula tras su etapa de instituto, y decidió terminar su ciclo formativo universitario, algo prácticamente impensable para una futura estrella en ciernes, pero que deja bien claro los valores que rigen su personalidad.

Los galardones, y reconocimientos obtenidos por su juego son innumerables, entre los más destacados el premio John Wooden, o el Oscar Robertson Trophy, coronándole como mejor jugador universitario de 1997, all-american en 1996, y 1997, y miembro tres años del mejor quinteto defensivo de la NCAA. Su periplo universitario tocaba a su fin, y la graduación trajo consigo el número uno del Draft de 1997. La lesión ese mismo año de David Robinson hundió a los Spurs hasta las posiciones más bajas de la NBA, aumentando sus opciones para conseguir un pick alto en la lotería del draft. Obtuvieron la primera elección, y en ese mismo momento la historia de la franquicia tejana cambiaría para siempre. La elección estaba clara, el elegido sería Tim Duncan.

Cuentan que en el verano de 1997, Gregg Popovich decidió visitar al joven Duncan en las Islas Vírgenes para conocer mejor a su nuevo jugador, durante varios días hablaron de muchos aspectos de la vida, no relacionados con el baloncesto, la familia, las prioridades, valores, etc…fue en ese momento donde Popovich entendió que estaba ante una personalidad diferente a lo habitualmente deambula por los vestuarios de la NBA, su forma de ser encajaba a la perfección con su filosofía de entender la vida, a pesar de la diferencia de edad existente entre ambos.

Su impacto en la NBA fue inmediato, con unas medias de 21,1 puntos, y 11,9 rebotes fue declarado Rookie del año, esa temporada hizo méritos para ser suplente en el All Star, sería la primera de una larga lista de apariciones en fin de semana de las estrellas. Sus actuaciones, junto a David Robinson, resultaban devastadoras para las defensas rivales, la sociedad que formaban empezó a conocerse dentro de la NBA como las «torres gemelas», la inteligencia, y calidad de ambos postes elevó el nivel competitivo de los Spurs de forma inmediata, y aunque en su primera temporada sólo alcanzaron las semifinales de conferencia, no tardaron mucho más en alcanzar cotas mayores, ya en su segundo año, el del lockout de 1998, consiguieron alzarse con el campeonato, obteniendo así el primer anillo de la franquicia. La fama que iba adquiriendo dentro de la NBA gracias a su juego, permitía que numerosos patrocinadores llamasen a su puerta, pero Duncan se alejaba de ellos, jamás se ha sentido cómodo bajo los focos fuera de la pista de baloncesto. Tímido, pero cordial en el trato, sus detractores siempre le han puesto la cruz de jugador aburrido, quizás por una mezcla entre su juego simple, pero efectivo, y su poca relación con el mundo de la publicidad, pero la clase media se ve reflejado con los valores que proyecta este gran jugador, cuyos principios se basan en el trabajo en equipo, la dedicación, y la camadería.

Primera ronda de playoff, 9 de Mayo de 1999, día de la madre, primer partido entre San Antonio Spurs, y Minnesota Timberwolves. Momento que marca el inicio de una enemistad que aún hoy en día perdura, muchos ríos de tinta se han escrito acerca de la relación entre Tim Duncan, y Kevin Garnett, nadie duda que ambos jugadores tendrán un puesto de honor en el Hall of Fame, y que ambos han marcado una época en la NBA. Personalidades opuestas, mientras que Duncan es un tipo calmado, sereno, reflexivo, analítico, y un modelo de conducta para la juventud, Kevin Garnett proyectaba todo lo contrario, arrogante, sucio, con alguna detención a sus espaldas, y una fama de maleducado que aún mantiene. Reputado especialista en el trash talk, ese día cruzó la raya al recordarle a Duncan la muerte de su madre en pleno partido con una frase que trasciende al plano personal: «Feliz día de la Madre, hijo de puta», un hecho que jamás perdonaría el bueno de Duncan. A lo largo de los más de 60 partidos en los que ambos se han enfrentado a lo largo de sus carreras, jamás han encontrado un punto de afinidad sobre el cual empezar a limar la mala sangre existente entre ambos.

La temporada 2002/2003 supuso el final de la primera época dorada de Duncan en la NBA con la consecución de su segundo anillo de campeón, esta vez frente a los New Jersey Nets, su segundo MVP de las finales era una realidad. Sport Illustrated decidió nombrarle deportista del año junto a David Robinson, quién se retiraría al finalizar esa misma temporada. Sin «El Almirante» a su lado, Gregg Popovich decidió dar un giro más a su filosofía de juego, lo resumió en la siguiente frase: «El ataque se ejecutará a través de Duncan, la defensa se articulará a través de Duncan, y si no te gusta, te vas». Pop es un entrenador visionario, con una inteligencia fuera de lo normal, esa frase escondía un mensaje, y es el de dar un mayor protagonismo a esos secundarios que articulan el resto del juego alrededor de Duncan. Nombres como los de Ginobili, o Tony Parker son claros ejemplos de ello. Los fichajes desde los despachos fueron muy acertados en los años posteriores (Bowen, Barry, Horry, Matt Bonner, Finley, etc…), el crecimiento de esos jugadores, elevó el nivel del equipo, que ejecutaba un baloncesto de manual a la perfección, los pilares para considerar a la franquicia de los Spurs como una dinastía estaban puestos, sólo hicieron dos anillos más en 2005, y 2007 para afirmarlos.

De cara a los aficionados de todo el mundo la figura de Duncan, excelsa en la pista, parecía continuar en un segundo, o tercer plano, nuevas estrellas irrumpieron en la NBA, y se subieron al carro que les imponían sus contratos publicitarios, Lebron James, Dwayne Wade, Kobe Bryant, Shaquille O´Neal, Iverson, y un largo etcétera aparecían de una forma más cercana, y directa con el gran público. Sin embargo en el vestuario, con los suyos, Tim Duncan es un tipo normal, bromista, y cercano, un líder, y referente para todos aquellos jugadores que pasan por los Spurs. Hace pocas fechas salió a la luz la curiosa apuesta que realizó con Brent Barry, al que le prometió 100 dólares si besaba al comisionado David Stern en la ceremonia de entrega de los anillos de 2005, Barry jamás olvidará la mirada de Stern, pero el bueno de Duncan cumplió su parte, y aceptó gustosamente pagar dicha cantidad.

Su inteligencia es otro factor determinante para ser considerado una leyenda una vez se retire, cuentan que es de los pocos jugadores con un nivel de implicación tal que conoce a la perfección todos los sistemas de su equipo en función de las diferentes posiciones que se ocupen en el campo, por ese motivo no es raro comprobar cómo Popovich, y sus ayudantes dejan margen en los tiempos muertos para que Duncan, Ginobili, o Parker lleven la voz cantante, y ayuden a sus compañeros a interpretar mejor el juego, el resultado es que cuando Popovich se acerca al corro de jugadores la única frase es, «¿Estamos preparados?» , a lo que Duncan contesta con un «Si, lo estamos», y de nuevo a la pista. Más allá del conocimiento del propio juego, otro aspecto que demuestra su inteligencia es cuando decidió perder cerca de 7-8 kilos para proteger a sus castigadas rodillas, la tendencia normal en la NBA es justo lo contrario. Su labor social también es destacable, junto a su mujer Amy, a quién conoció en Wake Forest, organizan de forma habitual numerosos torneos benéficos a través de su fundación.

Comparado en ocasiones con Larry Bird, como ejemplo de atleta que sin tener un físico privilegiado, ha destacado con tanto éxito en su deporte, verle deslizarse sobre la pista aún es un privilegio, su enorme repertorio técnico, su juego de pies de espaldas al aro, su capacidad para ejecutar a la perfección ese tiro a tablero tan característico suyo, hacen de este coleccionista de espadas, y amante de Renacimiento, una leyenda viva del baloncesto. Su palmarés es interminable, y no es descartable que lo aumente en los próximos años, sin embargo, lo que recordaremos una vez decida colgar las botas, es que fue el líder, y referente de un equipo que a lo largo de los últimos 15 años ha obtenido un 70,2% en el balance de victorias, y derrotas, una cifra jamás alcanzada por ningún equipo de las cuatro mayores ligas de EEUU, una dinastía articulada en torno a la figura de un jugador que nos recuerda que calidad, y elegancia también pueden cautivar a los aficionados al baloncesto de todo el mundo.

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Por Alex Senra del Cerro
Analista NBA JGBasket

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