Cuando más difícil parecía, Golden State y Cleveland volverán a disputar la Final de la NBA por cuarto año consecutivo. Una hegemonía que estuvo al borde de romperse durante las finales de conferencia, pero, al final, LeBron y Curry aparecieron en el séptimo partido para volver a medirse en la lucha por el anillo.

Los estadounidenses muy dados a las estadísticas, después de que Houston y Boston colocases el 3-2 a su favor en la serie, solo daban un 3% de probabilidades de que se repitiese la final de los años anteriores. Pero si algo han demostrado estos dos equipazos es que las cifras están para romperlas. Los Warriors consiguieron batir aquel récord (72-10) que parecía inalcanzable de los Bulls de Jordan.

Esta temporada los de la Bahía, con un plantilla más corta en cuanto a rotaciones, han demostrado que han llegado físicamente en el punto óptimo al momento decisivo de la temporada, sacrificando el primer puesto de la liga regular y perdiendo más partidos de los esperados. Un punto físico que ha sido decisivo en la final del Oeste, ya que la escasa aportación del banquillo de Houston hizo que los Rockets, en los dos últimos partidos, decayesen tras el descanso, sirviendo el triunfo en bandeja a los pupilos de Kerr, más si cabe tras fallar 27 triples consecutivos en el partido decisivo.

Por su parte, Cleveland o mejor dicho, el equipo de LeBron, está superando todo tipo de adversidades, pero claro, teniendo al Rey todo es posible. Después de quedar cuartos en el Este, James, a sus 33 años y tras jugar los 82 partidos de la liga regular, quiso demostrar que aún le queda mucho que demostrar. Agotado tras una primera ronda ante los Pacers decidida en el séptimo choque, pasó por encima de los Raptors y rompió con la racha de los Celtics que contaban por victorias todos sus partidos en casa en estos playoffs.

Además, Boston tenía una racha histórica de 37-0 en series a siete partidos en los que empezaban ganando 2-0. Todo eso, fue un aliciente más para LeBron que, ante la baja de Love en los dos últimos partidos, se echó, si se puede más, el equipo a sus espaldas, disputando completo el último choque y descanso solo dos minutos en el sexto.

Llega el momento decisivo y aunque parece que los Warriors parten como favoritos después de eliminar a Houston, ya que se consideraba la final anticipada de la NBA de la que saldría el ganador del anillo, si algo ha demostrado LeBron, en su octava final consecutiva es que no entiende de límites y quiere seguir acrecentando su leyenda. El espectáculo está garantizado.

 

Por Víctor Escandón Prada
Periodista deportivo y entrenador superior de baloncesto
Gabinete comunicación JGBasket

Foto: NBA Photo

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